El Gordini de la infancia
Justo cuando hace dos meses que nos deshicimos de nuestro Dauphine verde de 1962 cuando otro ha entrado en nuestras vidas. En este caso es un Gordini, la versión más potente que fabricó FASA.
Uno de los motivos por los que compramos el otro Dauphine era que mi cuñado Pep tenía buenos recuerdos del Gordini con el que Francisco, su padrino, subía al pueblo cada Navidad para llevarle su aguinaldo. Se trataba de un ejemplar gris claro de 1964.
Precisamente estas Navidades, después de una larga negociación Pep ha conseguido hacerse con aquel Gordini de su infancia. Cuando falleció Francisco el coche, ya una reliquia, se lo quedó su sobrino que dejó que su yerno lo intentase restaurar. La falta de experiencia hizo que pronto abandonase el proyecto. Hará falta mucha habilidad y paciencia para reparar los daños de aquella restauración frustrada, particularmente rehacer las bisagras, ya que actualmente no hay ninguna puerta que encaje.
A primera vista el coche se ve muy entero. El exterior tiene el encanto de los años, pero no se ven podridos ni abolladuras importantes, como se dice ahora, conserva una pátina auténtica. Curiosamente lleva las bombillas de los faros amarillas como los coches franceses de la época. En cuanto a los lugares donde suele concentrarse la corrosión, como los pasos de rueda o los marcos de los cristales, el coche está sano. Desgraciadamente, al ser la versión superior, el piso del habitáculo y el maletero estaban cubiertos por una moqueta que ha permitido que el óxido proliferase en esas zonas.
En cuanto a la mecánica da la impresión de que el Gordini no está mal. El coche tiene 109.000 km y parece que hacia los 90.000 le cambiaron el motor por otro de segunda mano en buen estado. El Gordini tiene la misma cilindrada que el resto de los Dauphine, la potencia extra se conseguía gracias a la culata, la distribución y un carburador más grande. Desde fuera se puede apreciar que la tapa de balancines está cromada y lleva la G de Gordini, en lugar de ser verde y llevar estampado el nombre Ventoux como en el resto de los Dauphine.
Este Gordini ha hecho la mayoría de kilómetros en trayectos cortos por la comarca de La Marina, con algún viaje esporádico en Gandía o Alicante, el propietario tenía un bar. Al recoger el coche aparecieron por la guantera algunos impresos de la época con autorización para transportar licores. Con la limitada capacidad del maletero es de suponer que la baca del techo haría un buen papel. Aparte del bar Francisco se dedicaba también a la producción de miel, por eso todo el mundo en la familia recuerda un viaje memorable que hicieron hasta Guadarrama con el Gordini y tres o cuatro viajes más en la provincia de Cuenca para supervisar las colmenas que se cambiaban de zona en las distintas épocas del año. Como Francisco no tenía demasiada experiencia en estos viajes largos el Dauphine lo conducía el padre de mi cuñado.
No debe hacer más de 5 o 6 años que el coche se puso en marcha por última vez para un desfile en las fiestas del pueblo. La verdad es que me asusta pensar que en el estado en que están la dirección y los neumáticos alguien se atreviese a conducirlo. Este fue el único coche que tuvo Francisco en toda su vida y lo condujo hasta comienzos de los 90, a pesar de eso parece que nunca pasó una ITV.
En el intento de restauración le rompieron el cristal posterior, afortunadamente encontraron uno de sustitución que incluso lleva la goma nueva. Con la forma que tiene y cómo suelen estar de endurecidas las gomas del marco la verdad es que debe ser complicado de desmontar sin romperlo.
XLLS
Sacarlo de donde estaba y cargarlo en el remolque no fue tan fácil como parecía. Una rueda delantera estaba bloqueada y tuvimos que empujar dejando una marca de goma en el suelo. Afortunadamente, como estábamos a 10 km de casa, el Gordini llegó pronto a su nuevo hogar.
Al llegar descubrimos algunos tesoros ocultos en la guantera como algún tarjetón de cambio de aceite que sirvió para certificar el kilometraje y el mismo libro de garantía que señala que el coche se matriculó el 30 de diciembre de 1964, justo 53 años antes que lo adquiriese su nuevo propietario.
Esperemos que la restauración no sea muy larga y el Gordini vuelva pronto a rodar por las montañas alicantinas.
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