El desarmadero de Entre Ríos
Si ha habido una experiencia concreta que me ha impulsado a iniciar este blog ha sido sin duda mi visita al desarmadero de Entre Ríos. Como cualquier otro aficionado a los coches viejos he visitado multitud de museos, ferias, concentraciones, he acumulado cientos de revistas y libros o he pasado horas y horas navegando por internet con los más variados propósitos relacionados con el automóvil, pero nada antes me había parecido tan atractivo como para que mereciese la pena contarlo en un blog.
Si viviese en un país en el que aún quedan cementerios de autos como aquellos que abundaban en los años 80 en Europa seguramente no me impresionaría tanto ver un lugar donde todavía puedes encontrarte los restos de coches que tienen cerca de cien años.
Era mi último fin de semana en Buenos Aires, una ciudad donde es difícil aburrirse y donde todavía se pueden encontrar cada día rodando por las calles coches que en Europa ya son clásicos. El viernes por la noche descubrí en internet las fotos de un cementerio de coches en el que había multitud de clásicos desde los años 20 hasta los 80. Cuando comprobé que estaba a una distancia razonable alquilé un Clio en internet y al día siguiente de buena mañana partí hacia Entre Ríos.
Como era sábado no había demasiado tráfico, pero se me hacía difícil no imaginar cómo sería la salida de Buenos Aires un día de trabajo, con los nueve carriles en cada sentido llenos de coches y el humo de los colectivos abarrotados de porteños. Afortunadamente pude abandonar la ciudad sin grandes problemas. El paisaje no tenía nada de especial hasta que llegué a Zárate y crucé el primer puente sobre el Paraná. Observar el tráfico fluvial desde el puente te hace sentir pequeño y te prepara para un maravilloso viaje entre humedales, ríos y pastos donde es imposible no detenerse continuamente para disfrutar del paisaje y de las numerosas aves con las que te vas encontrando.
Google Maps a veces es tan futurista que te lleva por carreteras que aún no se han construido. Fue así como acabé en una pista en la que pensaba que acabaría haciendo noche. Alguien a quien pregunté me dijo que tenía suerte de que entonces se pudiese pasar ya que unas semanas antes el nivel del agua estaba siete metros por encima. Pensé que era una exageración, pero los cadáveres hinchados de las vacas patas arriba que me iba encontrando por el camino confirmaban que aquella zona era inundable.
Afortunadamente el Clio superó la prueba y llegué a mi destino. Al borde de la carretera se podía ver aquel desarmadero, que es como llaman en Argentina a los desguaces de coches.
Creo que desde los años 90 no había visto en España un desguace donde quedasen coches tan antiguos. En la primera fila, alineados frente a la carretera había desde Ford A hasta Falcon de la primera serie. Nunca había visto, más que en foto, árboles creciendo a través de los restos de los coches. En aquella primera fila había un Ford A en cuyo interior crecía un árbol que ya debía andar por los tres metros de altura.
En aquel lugar no había coches modernos, los más recientes eran los Peugeot 504 y Renault 12 que en Argentina se continuaron produciendo décadas después de que se detuviese la producción en Europa.
En la parte más cercana a la carretera abundaban los modelos estadounidenses, Ford, Chevrolet, Studebaker, De Soto, Pontiac, etc. Una de las cosas que más me impresionó fue ver cómo había coches que aún se mantenían sobre sus llantas de radios de madera después de haber estado décadas y décadas a la intemperie. El desarmadero es un repaso de la historia argentina del último siglo, allí convivían los grandes autos americanos de las épocas de bonanza económica de principios de siglo con los pequeños utilitarios europeos de los 60 y 70 fabricados en Argentina.
Ver un Ford T que seguramente lleva más de setenta años oxidándose en el mismo sitio e imaginar que quizás se podría restaurar todavía y volver a la vida es una experiencia que tal vez me atrae más que ver el mismo coche perfectamente restaurado en un museo. Sin duda, cuando vuelva a Argentina buscaré la oportunidad de visitar otro lugar así.