El regreso de Alpine
Después de haberla dejado morir a mediados de los 90 Renault ha decidido recuperar la marca Alpine. En febrero se presentó en el Retromobile de París la versión casi definitiva del nuevo A-110 que se inspira en el nombre y la estética de la mítica Berlinetta que en los años 60 y 70 se convirtió en un auténtico mito de los rallies.
En su presentación el A-110 estaba acompañado por ejemplares de los modelos más representativos de la marca, todos ellos de color blanco.
Alpine fue creada en 1955 por Jean Rédélé. Rédélé, hijo del propietario de la concesión Renault en Dieppe, participaba desde comienzos de los 50 en rallies. Con un Renault 4CV preparado por él consiguió algunos triunfos destacables. Su pasión por competir en los Alpes hizo que sus coches se conociesen como "Alpine", nombre que después adoptó la marca.
Sus coches eran competitivos, pero Rédélé consideraba que era necesaria una reducción de peso para sacar más provecho de aquellos pequeños motores. Fue a Italia donde Allemano diseñó una carrocería de aluminio para el 4CV. Finalmente adoptó un diseño de Michelotti realizado en fibra de vidrio que iba montado sobre el bastidor y la mecánica del 4CV, o 4-4, como se conocía en España.
Fue así como nació el A-106, el primer modelo de la marca. Con la carrocería de fibra el coche pesaba poco más de 500 kg y era tremendamente competitivo en rallies. En las fotos se puede ver como sus líneas recuerdan a las del 4CV, especialmente la parte posterior. Las últimas versiones se podían equipar con cajas de 5 velocidades y tenían una potencia cercana a los 60CV, más del doble que el 4CV original. En total se produjeron 251 ejemplares hasta 1961, incluidos los cabriolet como el de las fotos.
En 1960 el A-108 adoptaría la configuración que utilizarían el resto de Alpine hasta 1995. El chasis era una viga central a la que se anclaban una cuna posterior para alojar el motor y la transmisión y otra delante para la dirección y la suspensión. El A-108 contaba también con versión cabriolet.
En París no podía faltar el primitivo A-110 que todos conocemos. Presentada en 1962, equipado con motores de R8 y R8 Gordini, la Berlinetta evolucionó hasta incorporar motores de inyección de 1600cc que triplicaban la potencia de las primeras versiones. En 1973 se convertiría en el primer coche en ganar el Campeonato del Mundo de Rallies. Curiosamente los últimos A-110 fueron producidos por FASA en Valladolid en 1978, un año después de que se dejasen de hacer en Dieppe. La versión española, en cambio, nunca llevó motores superiores a 1400cc.
Los A-110 se han convertido en cotizadas piezas de coleccionista. Lejos han quedado los tiempos en los que se pagaban menos que un utilitario de segunda mano. Recuerdo uno verde metalizado de 1973 que se pasó una larga temporada aparcado delante de casa a principios de los 80. Su propietario pedía 150.000 pts por él (900 €), que nadie parecía dispuesto a darle, a pesar de que era más o menos lo que por entonces costaba un Renault 5 con los mismos años.
La carrocería de fibra iba encolada al chasis de forma que para hacerse con el hierro del chasis en algunos desguaces prendían fuego en coches. Hubo, en cambio, quien supo prever el valor que alcanzaría en el futuro ese modelo entonces despreciado. Cuentan que a finales de los 80 un mecánico de Lugo recorría la Península y Francia con su Citroën CX y un remolque buscando los Alpine que nadie quería para guardarlos y esperar que llegasen mejores tiempos. Gracias a él se salvaron más de un centenar. Después cuando ya era un bien escaso los empezó a vender, parece que exportó varias docenas.
En la exposición de París también había un A-310, el último modelo concebido bajo las directrices de Rédélé antes de que la marca quedase bajo el control total de Renault. Más tarde llegaron el GTA y el A-610 con los que desapareció la marca.
El Alpine de 2017 trata de emular el modelo que desapareció cuatro décadas antes. En él están puestas las esperanzas en que vuelva a haber deportivos franceses en la carretera.
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